Le encontré postrado a su vergüenza, entre botellas de cerveza vacías y latas de comida, algunas abiertas, otras cerradas. El suelo desprendía un fuerte aroma que subía por las paredes hasta concentrarse en lo más alto de la habitación. No podría describir exactamente de donde salía aquella fragancia que acariciaba mis fosas nasales. El extraño sujeto aun respiraba, era increíble que esa masa de carne sudada aun pudiese mover sus pulmones a un ritmo lento y calmado. Sus ojos estaban totalmente idos, se podía adivinar que la raya de coca que reposaba sobre aquel espejo era la última de muchas.
Sentí pena, sentí odio, pero el sentimiento mas acertado era el asco. Hubiese vomitado en su cara y después me hubiese reído diciéndole lo patético que era. Pasaron las horas, seguí allí ante aquel espécimen lleno de mugre y sin nadie mas que yo a su alrededor. se podía adivinar por sus manos que no era un hombre casado, seguramente ni tenia novia y si tenia familia seguro que estos lo repudiaban.
Yo sentado ante él, lo miraba con ganas de rajarlo de barbilla a estomago. De repente alcancé la luz, ante mi se abrió un mundo de espejos, y al alzar la vista vi que lo que tanto asco me daba... tan solo era... mi reflejo.
26/2/06
Desolacion
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